miércoles, 26 de marzo de 2008

Historia del Petróleo en México V



Última parte de la conferencia que Don Jesús Silva Herzog (nunca confundirlo con su muy menor descendencia) dictó en el Colegio Nacional en 1969. Recordamos que él fué uno de los principales protagonistas del proceso histórico-político-económico que llevó a la expropiación petrolera en marzo de 1938.


En la siguientes entregas del blog abordaremos otros temas relacionados con la historia del petróleo, así como de las razones técnicas, históricas y prácticas del por qué no debe de permitirse la privatización del petróleo mexicano en cualquier forma y eufemismo.


El acto expropiatorio causó una impresión tremenda en el país y en todo el mundo, era un acto temerario que un país mediano le lanzara el guante a las poderosísimas empresas explotadoras de petróleo.
Inmediatamente después de la expropiación, los técnicos de las compañías abando­naron su trabajo, y debo informar, que todos los técnicos de significación de mediano y alto nivel eran extranjeros. Pues bien, como antes dije, abandonaron sus funciones. Se presentó inmediatamente al país el problema de qué hacer para sustituir a estos téc­nicos y que no faltara el petróleo y sus derivados en la nación. ¿Qué fue lo que se hizo? Algo increíble, sin precedente. Improvisamos los técnicos. Y yo he dicho en más de una ocasión, que a los tenientes los hicimos coroneles, a los capitanes los hicimos ge­nerales de división; y hay un caso interesante que vale la pena relatar Un señor de nombre Federico Aznar, que era chofer repartidor de petróleo, fue designado superin­tendente de la Refinería de Atzcapotzalco, porque era el líder de los trabajadores de esa Sección... y Federico Aznar, dio la talla como superintendente. Y los tenientes ascen­didos a coroneles y los capitanes ascendidos a generales de división, cumplieron con su deber.
Hay algo más que debo referir las compañías ya en el mes de febrero de 1938, comenzaron a decir que México tenía que devaluar su moneda, provocando una gran alarma y el saqueo de la reserva monetaria constituida en el Banco de México. Los ca­rros-tanque alquilados a empresas norteamericanas, hicieron que cruzaran la frontera. Tuvieron cuidado, temerosas de lo que podía acontecerles, de que no hubiera un solo barco en puerto mexicano, y extrajeron de los bancos su dinero.
De manera que el 18 de marzo, el 19 de marzo, el 20 de marzo, la situación era muy seria, pero ¿qué fue lo que pasó? Pues lo que pasó fue, que los trabajadores con singular eficiencia y los ferrocarrileros que movieron los carros-tanque con gran celeri­dad, para diferentes lugares del país, prestaron notable servicio. El resultado fue éste: que no faltó gasolina, gas oil, petróleo, en ninguna parte de la nación, y que la indus­tria se fue comenzando a reajustar dentro de las nuevas condiciones.
El problema interno estaba siendo resuelto, con tropiezos, con dificultades, pero íbamos caminando. Pero el problema más grave fue el problema exterior, porque las compañías petroleras iniciaron una campaña feroz en contra de México. Empezaron a llenamos de injurias. En los periódicos de todo el mundo publicaban noticias; la Royal Dutch Shell, la Standard Oil Company, el petrolero norteamericano Sinclair, algunas compañías pequeñas, publicaban informes muy desfavorables a nuestro país; y decían que México era un país de bandidos, un país de ladrones, que ese petróleo que está­bamos explotando era un petróleo robado; e hicieron un boicot tremendo para que nadie nos comprara petróleo, para que nadie nos vendiera refacciones. ¿Y qué fue lo que pasó? Lo que pasó fue, que andando las semanas comenzamos a vender petróleo al exterior, aprovechando por supuesto las contradicciones de la sociedad capitalista, y el hecho de que el capitalismo no es una balsa, no es un barquichuelo que camina siem­pre por aguas apacibles. Hay competencia entre unos y otros dentro de ese régimen, de esa estructura económica. Hay lucha entre industriales contra industriales, comercian­tes contra comerciantes, etcétera. Bueno, pues bien, comenzamos a vender petróleo a una compañía de Houston, a una compañía refinadora de petróleo que se llamaba Eastern States Petroleum Company. Nos comenzó a comprar una cantidad de cierta importancia. Luego se presentó aquí uno de esos aventureros de alta categoría e inició negociaciones para que le vendiéramos petróleo a Italia y a Alemania. Y al poco tiempo comenzamos a venderle petróleo a Alemania y a Italia, y a venderle petróleo a otra compañía de los Estados Unidos con matriz en Nueva York, y que era una compañía inventada por la City Service Company, una de las compañías más poderosas de los Estados Unidos que necesitaba nuestro petróleo de Panuco.
De esta suerte, fuimos venciendo dificultades. También vendimos una cantidad pequeña de petróleo al Japón. Las democracias no quisieron comprarnos petróleo. Francia se negó a hacerlo por presión de Inglaterra. No era posible que las dificultades terminaran, no obstante que comenzamos a vender petróleo. Además vino la Segunda Guerra Mundial, que fue declarada como todo el mundo sabe el lo. de septiembre de 1939; y al poco tiempo, ya no fue posible venderle petróleo ni a Alemania, ni a Italia, ni al Japón. Volvió a crearse una situación difícil; pero el país iba caminando con su petróleo. El problema del pago de lo expropiado estuvo siempre en el tapete de la dis­cusión.
El gobierno de Roosevelt aceptó como acto legítimo de México la expropiación de los bienes de las empresas petroleras, pero exigiendo a través de su Departamento de Estado, que México pagara pronto y en forma equitativa y justa. Hubo algunas negociaciones sin éxito en el año de 1939; pero recuerdo que en enero de 1940 tuvi­mos una conversación en la Embajada de México en Washington el Lic. Eduardo Suárez, secretario de Hacienda entonces, el embajador Castillo Nájera y yo con un re­presentante de Sinclair, de la Consolidated Oil Corporation. Los bienes de Sinclair en México representaban el tercer lugar en importancia. Primero El Águila, después la Huasteca, a continuación Sinclair. Tuvimos una plática con un representante de Sinclair, que fue el líder entonces famoso de apellido Lewis, y en esa ocasión se habló de la posibilidad de entrar en negociaciones con el dicho personaje.
A fines de marzo de 40 se me ordenó que fuera a Washington a asesorar al emba­jador Castillo Nájera para el arreglo con Sinclair.
Las negociaciones comenzaron el lo. de abril de 1940, en secreto. El representante de Sinclair fue el coronel Hurley, un hombre muy importante en los círculos políticos y administrativos de Washington, pues había sido secretario de Guerra en el gobierno de Hoover. Y empezamos a trabajar.
El 4 de abril, los Estados Unidos enviaron al gobierno de México una nota muy poco diplomática, bastante fuerte, diciendo que México no había pagado las indem­nizaciones agrarias, que México no quería pagar ni podía pagar; pero de todos modos siguieron las negociaciones que terminaron con el mes de abril antes citado.
Al terminar las conversaciones quedamos en que México pagaría a Sinclair la can­tidad de 8.500,000.00 dólares en petróleos y en 5 años. Yo redacté el más importante de los documentos. En la última cláusula se decía, fundamentalmente que México expropiaba los bienes de la Consolidated Oil Corporation, en uso de su soberanía. Esta cláusula incuestionablemente tenía singular importancia, por el precedente que esta­blecía. Recuerdo un domingo en que en la biblioteca de la Embajada de México en Washington, conversé, discutí con Hurley la situación. Hurley me dijo que había ha­blado con Sinclair y que no estaba dispuesto a aceptar la cláusula de la expropiación; que proponía que se dijese que México pagaba 8.500,000.00 dólares a la Consolidated Oil Corporation, por compra que de sus propiedades en México hacía nuestro gobier­no. Agregó Hurley que Sinclair estaba decidido a sostener este punto de vista y que no cambiaría. Bajé a conversar con el embajador sobre el asunto: le informé de cuál era la actitud de Hurley y Sinclair. Después, agregué: señor embajador, hemos trabajado intensamente durante casi un mes; si no se acepta la cláusula de la expropiación, teng­amos el valor de fracasar. El embajador estuvo de acuerdo conmigo. Subí a comu­nicárselo a Hurley, quien se mostró contrariadísimo, muy desazonado. Sin embargo, me dijo: voy en estos momentos a Nueva York, a ver si puedo convencer a Sinclair. A las 11 de la noche, Hurley me habló a mi hotel, diciéndome que Sinclair aceptaba. Ésta fue una importantísima victoria para México.
Dos años más tarde se celebraron negociaciones entre el gobierno de México y el gobierno de los Estados Unidos para resolver el asunto del resto de las empresas norte­americanas. Se llegó a la conclusión de que México pagaría a esas empresas, entre las cuales estaba la Huasteca Petroleum Co., subsidiaría de la Standard Oil Co. de New Jersey, la suma de 25.500,000.00 dólares. Pero quedaba pendiente El Águila, la empre­sa inglesa, subsidiaría de la Royal Dutch Shell, de la que se decía, entonces, que la mayoría de sus acciones estaban en poder de la Corona británica. El Águila se mostró renuente a negociar con el gobierno de México durante varios años. En 1946 hizo proposiciones que no fueron aceptadas porque resultaban demasiado onerosas para el país. Al fin, el 29 de agosto de 1947 se consumó el arreglo con la compañía aludida. Se convino en pagarle 81.250,000.00 dólares por sus bienes; 25.594,000.00 dólares por intereses insolutos; y además 23.496,000.00 por intereses caídos del 17 de septiembre de 1948 en que se haría el primer abono, hasta el 17 de septiembre de 1962 en que se haría el último. Incuestionablemente, al reconocerle a El Águila 25.000,000.00 de dólares por intereses del 18 de marzo de 1938 al 17 de septiembre de 1948; es decir, durante los 11 años, equivalió a reconocer que la culpa de no haber llegado a un arre­glo con anterioridad correspondía al gobierno de México y no, como era la verdad que correspondía, que era culpa de El Águila. De todos modos, El Águila hizo un gran negocio; los negociadores mexicanos en esa ocasión fueron demasiado generosos. Creo que la historia será muy severa con ellos; ella dirá la última palabra. (...)


sábado, 22 de marzo de 2008

Historia del Petróleo en México IV

Foto: Cuando se dió la expropiación, gente de todas las clases sociales se volcó en apoyo al Presidente Cárdenas, además de que dieron lo poco o mucho que tenían para cooperar con la indemnización a lasCompañías petroleras.

Cuarta parte de la conferencia que Don Jesús Silva herzog dictó en El Colegio Nacional en 1969. Él fué uno de los protagoniztas del proceso histórico político que llevó a la expropiación petrolera.


En 1935 existían tantos sindicatos como empresas petroleras. De suerte que los salarios y las prestaciones eran diferentes en cada una de las dichas empresas. Después de vencer dificultades sin cuento, lograron los dirigentes de los petroleros organizar el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Esto ocurrió en el año de 1936. Inmediatamente pidieron a las empresas, la firma de un contrato colectivo de trabajo. De acuerdo con la ley, las empresas tuvieron que aceptar y comenzaron las dis­cusiones entre representantes de los trabajadores y representantes de las empresas. Así fueron pasando los meses del año de 1936, como antes dije, sin que pudieran ponerse de acuerdo las partes en conflicto. En el mes de noviembre estuvieron a punto de romper-se las pláticas. El gobierno propuso que continuaran las conversaciones, haciéndola de amigable componedor. Gracias a esto, las pláticas continuaron en el resto del año de 1936 y durante 1937 hasta el mes de mayo. Sin embargo, no se ade­lantó un solo paso, se veía que las compañías petroleras no tenían interés en ponerse de acuerdo con sus trabajadores. En consecuencia, a fines de mayo de 1937, se declaró una huelga general en toda la industria.
La situación rápidamente se tornó grave porque comenzó a escasear la gasolina, el diesel oil, el petróleo destinado a los ferrocarriles. Recuerdo que la ciudad de México unos ocho días después de iniciada la huelga comenzó a verse solitaria de automóviles; éstos tuvieron que quedarse en sus garages y lo mismo comenzó a acontecer tratándose de las máquinas destinadas a la agricultura.
Ante esta situación el general Cárdenas llamó a los trabajadores y les pidió en vista de la gravedad de la situación que se presentaba, y que cada día se agravaba más y más, les pidió al general Cárdenas que cambiaran de táctica, que volvieran al trabajo y plantearan ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje un conflicto de orden económico.
¿Qué cosa es un conflicto de orden económico? Según la Ley del Trabajo, si los obreros por una parte y la empresa por otra no se ponen de acuerdo, alegando, supon­gamos en este caso la empresa, que no tenía condiciones financieras para mejorar salarios y prestaciones de los trabajadores, en este caso, la Junta Federal de Concilia­ción y Arbitraje nombra tres peritos, a quienes les encomienda la tarea de presentar en un plazo de 30 días un informe sobre las condiciones generales de la compañía o de la industria de que se trate. Bien, al mismo tiempo los peritos deben presentar ante el Tribunal del Trabajo citado, un dictamen dando su parecer de cómo resolver el con­flicto. La Junta Federal nombró tres peritos: al señor Efraín Buenrostro, subsecretario de Hacienda; al ingeniero Mariano Moctezuma, subsecretario de Economía, y a Jesús Silva Herzog, quien en aquella ocasión desempeñaba el cargo de consejero del secre­tario de Hacienda, licenciado don Eduardo Suárez.
Inmediatamente que los peritos fuimos notificados del acuerdo de la Junta Federal, celebramos una reunión en la cual se nombró presidente al Sr. Buenrostro; vocal, al Ing. Moctezuma, y secretario a mí. Yo desde luego me puse a trabajar intensamente. Organicé en 48 horas una oficina con un personal de alrededor de 80 gentes: contado­res, economistas, ingenieros petroleros, personas versadas en cuestiones de seguridad social, y por supuesto el personal administrativo necesario. Se trabajó intensamente durante ese mes, desde las 8 de la mañana, en ocasiones hasta la una de la mañana; fue una tarea muy ardua, pero todos estábamos poseídos del deseo de cumplir con nuestros deberes.
(...)
El 3 de agosto de 1937, los peritos nos presentamos ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje con nuestro informe en tres gruesos volúmenes y con el dic­tamen a que antes hice referencia. La Junta Federal como lo señala la ley, puso a dis­posición de trabajadores y compañías los documentos presentados por los peritos para que pudieran hacer objeciones. Los trabajadores presentaron unas cuantas objeciones, sin importancia. La empresa pidió plazos para dar sus puntos de vista. La Junta Federal fue muy condescendiente y les fue dando plazos y nuevos plazos hasta que hubo un momento en que tuvo que exigirles que presentaran todas las objeciones, todas las observaciones que ellos consideraron pertinentes. El 18 de diciembre de 1937, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, publicó su laudo. En ese laudo la Junta Federal aceptó las opiniones del peritaje, fundamentalmente aceptó que las compañías podían elevar salarios y prestaciones en la citada suma de algo más de 26 millones de pesos al año.
Las compañías cuando conocieron el informe de los peritos —retrocedamos un poco—, pusieron como se dice en la jerga familiar, el grito en el cielo. Dijeron que los peritos no decíamos la verdad, dijeron que cometíamos exageraciones; y publicaron en los diarios de la ciudad de México y en diarios de otras partes del mundo, grandes ataques contra los peritos.
Se publica el laudo de la Junta Federal. Entonces las compañías elevaron la pun­tería e iniciaron nueva campaña, ya contra el grupo No. 7 de la Junta Federal de Conci­liación y Arbitraje, que era el que había tenido en sus manos el conflicto petrolero.
Ante esta situación, las compañías pidieron amparo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La Corte comenzó a estudiar el asunto; tomó todos los informes que con­sideró pertinentes; y el lo. de marzo de 1938, la Suprema Corte de Justicia de la Nación pronunció su sentencia, aceptando el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.
Desde ese momento las compañías que habían dicho en sus ataques a los peritos que no tenían capacidad económica para hacer ese incremento en sus egresos de algo más de 26 millones de pesos, que habían repetido lo mismo al conocer el laudo de la Junta Federal; al conocer la sentencia de la Suprema Corte volvieron a repetir lo mismo. Afirmaron categóricamente que no podían acatar la sentencia del Supremo Tribunal de Justicia de la República.
El gobierno federal me pidió que fuera a informar al embajador Castillo Nájera, embajador nuestro en Washington, sobre la situación que existía. El 2 de marzo yo estaba en Washington conversando con el embajador. Le di un informe completo de la situación. El embajador me preguntó: Bueno, Silva Herzog ¿y qué cree usted que va a pasar? Yo le dije: una intervención temporal. Ah, eso yo lo arreglo, contestó. O la expropiación, agregué yo. Ah, dijo —soltó una palabrota de esas muy nuestras—, si hay expropiación hay cañonazos. Así veía las cosas nuestro embajador en Washing­ton.
Pasaron los días de marzo en una tremenda tensión. Las compañías continuaban en su actitud de rebeldía, y un alto funcionario del The Standard Oil Company de New Jersey, dijo que el próximo paso lo diera el gobierno de México; que las empresas petroleras ya no tenían nada que decir.
Sin embargo, el Gral. Cárdenas trató de celebrar conversaciones con los represen­tantes de las empresas, celebró una o dos conversaciones. En la última de ellas, las compañías dijeron que podrían aumentar salarios y prestaciones en 24 millones de pesos. La diferencia ya era insignificante y uno se pregunta: ¿Qué iba a hacer el gene­ral Cárdenas? ¿Qué iba a hacer el gobierno federal ante la rebeldía de unas compañías extranjeras que manifiestamente dijeron que no acataban el fallo de la autoridad más alta del país en el ramo judicial?
El general Cárdenas tuvo una junta de gabinete; planteó en ella la gravedad de la situación. No era posible que el gobierno se cruzara de brazos. Hubiera sentado un precedente fatal para la nación. En la junta de gabinete hubo unos secretarios de Estado que estuvieron de acuerdo con la expropiación; otros no estuvieron de acuerdo. Pasado el tiempo todos llegaron a decir que estaban todos de acuerdo.
Por fin el 18 de marzo a las 7 de la noche, el general Cárdenas frente al micrófono, anunció la expropiación de los bienes de las empresas petroleras. Y se cuenta que ya cuando iba a iniciar su discurso a la nación, llegó agitado un enviado de las compañías, diciendo que estaba bien, que pagarían los 26 millones de pesos. Ya era demasiado tarde.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Historia del petróleo en México III


Esta es la tercera parte de las charlas de DON Jesús Silva Herzog acerca de la historia del petróleo en México y del proceso histórico-económico-político que llevó a su expropiación por el General Lázaro Cárdenas y cuyo aniversario conmemoramos ayer en el Zócalo (¿hubo acaso alguna otra conmemoración que en verdad evocara el espíritu que inspiró el acto patriótico del 18 de marzo de 1938?).


Y efectivamente hubo una pasión terrible por obtener petróleo. Hubo una lucha de compañías contra compañías. Compañías inglesas contra compañías norteamericanas. En ocasiones una lucha de subsidiarias de una misma gran empresa, lucha para obte­ner los mejores terrenos petroleros. Lucha de las compañías contra el gobierno de México, de las compañías contra el pueblo de México. Un hervidero de pasiones. La historia del petróleo mexicano está llena de relatos sombríos, de chicanas, de incen­dios, de juzgados, de asesinatos. Muchas veces cuando un propietario se negaba a venderle sus terrenos a una compañía o a aceptar que explorara y explotara petróleo era asesinado, era quitado de en medio. Hay numerosos documentos. Hay incendios de juzgados para hacer desaparecer huellas de crímenes tremendos. A los dueños de te­rrenos generalmente se les pagaba una bicoca. Por ejemplo en el terreno donde estuvo el pozo Cerro Azul que produjo 75 millones de barriles de petróleo, se le pagó al pro­pietario por toda la explotación 200 mil pesos. Al dueño de los terrenos de Juan Casiano que produjo 75 millones de barriles se le abonaron 1000 pesos anuales de regalías; y el propietario de un lote en Chinampa, que produjo más de 70 millones de barriles, recibió durante el tiempo de la explotación la suma de 150 pesos de regalía por año.
Véase pues, cómo las inversiones extranjeras es lo que más deben desear los pue­blos subdesarrollados.
Pero hace un instante hablaba yo de la lucha de las compañías contra el pueblo, contra el gobierno de México. Es un hecho histórico perfectamente conocido que en el mes de noviembre de 1914, cuando el país se hallaba convulsionado, se levantó en armas pagado por las compañías petroleras el aventurero Manuel Peláez; y Manuel Peláez estuvo levantado en armas en la zona petrolera, con mercenarios pagados por las empresas, para sustraer a la obediencia del gobierno federal todas las zonas que podía sustraerle, hasta mayo de 1920. Este cargo de fílibusterismo no pueden negarlo las compañías petroleras.
Cuando las compañías petroleras pusieron el grito en el cielo fue cuando se pu­blicó la Constitución de 1917. Como ustedes saben la Constitución de 17 declaró que toda la riqueza subterránea del país, existente en nuestro territorio, pertenecía a la nación, y que esa riqueza subterránea, entre otros productos minerales, el petróleo, pertenecía a la nación y que esta propiedad era y es inalienable e imprescriptible.
El legislador del año de 17, movido por un profundo espíritu nacionalista, en cier­ta medida pero perfeccionando todo, volvió a la legislación tradicional española y de otros países del mundo. Vino la lucha tremenda de las compañías contra el gobierno de México en los grandes diarios norteamericanos, en los grandes rotativos del mundo, porque consideraban atentatoria esa Constitución que no reconocía los derechos adquiridos, reconocidos por todos los países civilizados. Y el embajador Joseph Daniels, embajador de los Estados Unidos en México, cuenta, y él lo sabe bien, y eso lo sabe bien porque él fue ministro de la Guerra de los Estados Unidos en el gobierno de Wilson; él cuenta en su libro Diplomático en mangas de camisa que los petroleros le pidieron a Wilson al entrar los Estados Unidos a la guerra, a la primera guerra euro­pea, que las tropas norteamericanas ocuparan la zona petrolera de México a lo cual se negó el profesor de Princeton. Y siguió la lucha, pero se apaciguó durante el gobierno del general Obregón, y se quedó la Constitución pero sin reglamentar el artículo 27, y no pasó nada hasta fines del 25 durante el gobierno del general Calles en que se expidió la Ley del Petróleo.
Eso produjo una tensión tremenda de las relaciones entre México y los Estados Unidos. Kellog, jefe del Departamento de Estado americano, dijo en alguna ocasión que México estaba en el banquillo de los acusados. ¿Por qué estaba México ante las naciones en el banquillo de los acusados? Porque había expedido una ley reglamen­taría del artículo 27 constitucional en cuanto a la cuestión del petróleo. ¡Y no sólo eso! Durante el gobierno de Calles descubrió —esto ha sido declarado oficialmente—, des­cubrió por medio de una deslealtad de una empleada de la Embajada de los Estados Unidos, unos documentos que probaban en forma irrefutable todo un complot de las compañías petroleras con el contubernio, digamos, de Kellog, jefe del Departamento de Estado y de Scheffield, embajador de los Estados Unidos en México. El general Calles hizo sacar copias fotostáticas de todos esos documentos. Según ellos, la reglamentación del petróleo se juzgaba atentatoria para los intereses norteamericanos en México. Los Estados Unidos declararían la guerra a México. Esos documentos en que todo estaba planeado para declararnos la guerra, fueron fotografiados y fueron enviados a todas las misiones diplomáticas de México en el extranjero. Una vez hecho eso, el general Calles, con una carta privada al presidente Coolidge le manifestó lo que había ocurrido. Le mandó los documentos originales de que el gobierno de México se había apoderado, y le dijo que todas nuestras misiones diplomáticas tenían esos do­cumentos y que al primer soldado norteamericano que pisara el territorio nacional, el primer jirón del territorio de la nación, esos documentos serían publicados en todos los países del mundo para que se conociera la infamia que se preparaba en contra de nuestro país. Coolidge desbarató el complot. Fue retirado Scheffield y vino como embajador en una actitud amistosa sin descuidar los intereses norteamericanos, el embajador Morrow, que en un desayuno con el general Calles, en Santa Bárbara, arregló el grave problema petrolero, simplemente reconociendo los derechos confir­matorios por medio de una sentencia de la Suprema Corte de Justicia; y por el momen­to estuvimos en paz varios años hasta 1935 en que se retiró la concesión de El Águila, y se le obligó a El Águila a reconocer el pago de impuestos de producción y de expor­tación como algo legítimo. Esto se logró gracias a la energía del secretario de Hacienda Narciso Bassols. El asunto es éste. Vale la pena explicarlo: El Águila, desde que el licenciado Luís Cabrera estableció un impuesto de producción al petróleo en el año de 18, inconforme con ese impuesto basado en su concesión de que hablamos al princi­pio, El Águila pagaba una suma inferior al impuesto causado con una nota que decía: "Bajo protesta, en calidad de depósito y a cuenta de impuestos futuros." Y así quedó la situación hasta 35. En consecuencia, El Águila estaba depositando dinero con la idea de que en un momento dado, en una coyuntura propicia reclamar que le dieran ese dinero que depositaba en la Tesorería de la Federación. Conociendo este asunto el licenciado Narciso Bassols, secretario de Hacienda, con quien yo desempeñaba entonces la tarea de Director General de Ingresos, hizo lo que se llama en la jerga familiar nuestra, una hombrada. Dio instrucciones a que no se permitiera que saliera ningún barco petrolero de El Águila, de ningún puerto mexicano; pero lo hizo cuando había varios barcos en Minatitlán, en Tuxpan y en Tampico. ¡Pues que no pueden salir los barcos! ¡Pues ahí vienen los apoderados a reclamar! Y entonces Bassols les dijo: No dejo salir un solo barco cargado de petróleo, mientras no me liquiden tantos millo­nes de pesos que me deben por los impuestos no pagados, porque nunca pagaban uste­des lo que debían pagar, y mientras ustedes no renuncien a esa clausulita en calidad de depósito y a cuenta de impuestos futuros. Y bueno, hasta ese momento no pasó nada, El Águila se sometió. Era, decíamos, los primeros meses de 1935. Ya no estaba lejos el 18 de marzo de 1938.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Historia del Petróleo en México II

Esta es la segunda parte de las conferencias sobre la historia del petróleo y el proceso que llevó a su expropiación en 1938 dictadas por Don Jesús Silva Herzog en el Colegio Nacional en 1969. Él fué uno de los principales protagonistas en esta decisión histórica y es un ejemplo a seguir en cuanto a patriotismo y a inteligencia.

Ahora vamos a pasar para ir completando nuestro cuadro de antecedentes del petróleo de México, vamos a dar unos cuantos datos respecto de exploraciones petroleras y a las primeras empresas petroleras establecidas en México.
En el año de 1863 se perforó en México en el Estado de Tabasco el primer pozo petrolero, es decir, apenas cuatro años más tarde que el primero perforado en Pennsylvania por Edwin Drake; pero no resultó comercialmente negocio. También se hizo una perforación por esos años en Papantla por un sujeto norteamericano; y en 1883, el gobernador de Tabasco Samat Nova, formó una compañía petrolera con un millón de pesos y obtuvo petróleo de magnífica calidad; pero precisamente cuando brotó el petróleo del primer pozo de la compañía fundada por Sarnat Nova, por exceso de producción en relación con la demanda, el precio se vino abajo, al grado de que durante cierto tiempo el barril de petróleo valía diez centavos, diez centavos de dólar o diez centavos mexicanos. En el 83 era igual el valor del peso mexicano al valor del dólar, en ocasiones si era en oro, con pequeñas diferencias entre uno y otro. Bueno, pues entonces la compañía de Sarnat Nova fracasó estruendosamente. Luego vinieron dos compañías inglesas: la primera se denominaba London Oil Corporation y la segunda London Oil Trust.
(...)
La producción de petróleo en México comenzó en el año de 1901. En 1901 se produjeron 10 mil barriles, pero en 1911 se produjeron 12 millones 553 mil barriles. Ante esa perspectiva de aumento de la producción de petróleo, se dio una concesión a Pearson and Sons, después la Cía. Mexicana de Petróleo El Águila. Se le dio una concesión para explotar terrenos petrolíferos en terrenos nacionales. Recuerden ustedes que con la condición de que el gobierno federal recibiera el 7% y los gobiernos locales el 3%. Como el gobierno mexicano en este caso de explotación de terrenos nacionales era socio, se acordó eximir a Pearson and Sons; quedaban exceptuados de pagar impuestos de importación de maquinaria, de importación de herramientas y quedaban exentos también de pagar un impuesto de producción por el petróleo que obtuvieran. Ésas eran las bases del contrato; pero en la sesión de la Cámara de Diputados en que se puso a la consideración del Cuerpo Legislativo la aprobación del contrato, el secretario de la Cámara de Diputados, uno de los secretarios que parece que era pariente del general Díaz y le decían el Chato Elízaga, ése había hecho, de acuerdo con la compañía una pequeña enmienda. Había adicionado una cláusula que leyó en voz baja y que decía: En el caso de que Pearson and Sons explore y explote terrenos no nacionales, no tendrá necesidad de pagar el 7 y el 3% de utilidades al gobierno federal y a los gobiernos de los Estados. Pero no decía en esa cláusula, que en ese caso, sí se cobrarían otros impuestos. Pearson and Sons, después El Águila, perforó en terrenos particulares de que se adueñaba por diferentes medios lícitos o ilícitos y quedó en esta situación de no pagar un solo centavo al gobierno federal, de acuerdo con su contrato derivado de sus utilidades y quedó según el criterio que sostuvo hasta el año de 1935 exceptuada de todo pago de impuestos.
En 1908 se dio la concesión a la Huasteca Petroleum Company que después pasó a ser una empresa de la Standard Oil Company de New Jersey. Esto ocurrió en el año de 1922. La Huasteca Petroleum Company se comprometió a establecer un oleoducto desde la zona petrolera de Veracruz y Tamaulipas hasta la ciudad de México para surtir a México del precioso combustible, pero jamás la Huasteca cumplió con lo estipulado en el contrato y en 1918 se le canceló. Estaba en condiciones análogas a la de la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila.
(...)
Entonces decíamos que en 1911 se produjeron 12 millones 553 mil barriles; en 1916 se produjeron 40 millones de barriles, y en 1921 llegamos a la mayor producción que ha tenido nuestro país: a 193 millones de barriles. A partir de 1921 desciende considerablemente la producción petrolera, a tal grado que de los 193 millones de barriles en 1921, 11 años después, en 1932, apenas produjo el país 32 millones de barriles; y en 1937, último año en que trabajaron las compañías petroleras, ya en condiciones un poco anormales, llegaron a producir 47 millones de barriles.
Ahora vienen estos datos interesantes: De 1901 a 1937 México produjo 1866 millones de barriles de petróleo. Una enorme riqueza extraída del subsuelo de México y que no fue bastante para que tuviera agua potable abundantemente la ciudad de Tampico. Y es que en México es donde han existido los gushers más famosos, más abundosos del mundo. Daré unos cuantos datos: El pozo Potrero del Llano en 28 años, produjo 117 millones de barriles; Cerro Azul en 21 años de producción, 89 millones de barriles; Juan Casiano en 9 años, sólo en 9 años, 75 millones de barriles.
Claro que este incremento de la producción no se hacía apaciblemente. Había una lucha constante en la zona petrolera, una lucha por el petróleo. Por eso López Velarde escribió estos dos pequeños versos en su hermoso poema Suave Patria:
E1 niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo, el Diablo.

domingo, 9 de marzo de 2008

Historia del petróleo en México I


DON JESÚS SILVA HERZOG (no confundir con chuchito y jesusito -gente como Juan Nepomuceno Almonte siempre ha existido a lo largo de la historia mexicana-) fué un gran hombre; economista, servidor público, historiador, etc. Don Jesús fué, ante todo, un hombre patriota que puso su inteligencia al servicio de México y su patrimonio. Él fué uno de los personajes fundamentales durante el proceso histórico político que llevó a la expropiación petrolera y al posterior surgimiento de la industria petrolera mexicana.

Durante las siguientes entregas del blog "El Petróleo es de México", veremos fragmentos de sus intervenciones (posteriormente veremos la posibilidad se incorporar los archivos de audio para que puedan ser descargados) en diversos foros en donde él cuenta la historia de petróleo en particular y de los recursos del subsuelo en general, de México. Esperemos que estos lúcidos escritos sirvan para fundamentar nuestra lucha en defensa del petróleo mexicano.



Breve historia de la expropiación petrolera*


* Los textos de don Jesús Silva Herzog, proceden de las grabaciones hechas durante las lecciones de un curso suyo impartido en El Colegio Nacional. 1969


El petróleo fluía hacia arriba hasta llegar a la superficie. De modo que era fácil recogerlo de las chapopoteras y lo usaban los indígenas como iluminante; lo usaban como medicina, como colorante y además a manera de incienso en las ceremonias religiosas.
Los españoles utilizaban el petróleo para calafatear navíos. No podemos seguir adelante sin recordar a ustedes que el 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro VI expidió su celebérrima bula Nuevo Universo, por medio de la cual donó unos cuantos meses después del descubrimiento de América por Colón, a la Corona de España y de Portugal, las islas y tierras firmes que hasta esa fecha hubieran descubierto y las islas o continentes que descubrieran en el futuro.
Uno de manera obvia se pregunta: ¿Con apoyo en qué, el Papa Alejandro VI daba donaciones posiblemente generosísimas, puesto que cuando se expide la bula no habían sido descubiertas sino las islas de las Antillas? Había sido descubierta Santo Domingo, había sido descubierta la isla de Cuba, quizás alguna otra isla que en este momento escapa a mi memoria. No se había descubierto aún ninguna tierra firme; pero el Papa da a la Corona de estos dos reinos cristianos todo lo habido hasta entonces y lo que hubiera en el futuro y fijando, tornando un paralelo imaginario, para lo que le debía tocar a España y lo que le debía tocar a Portugal.
Bueno, pues la explicación es muy sencilla. Se consideraba a fines del siglo XV que nuestro planeta Tierra era el centro del universo. Todo lo demás, todas las estrellas habían sido puestas ahí para el goce estético de los habitantes de la Tierra. El Sol giraba alrededor de la Tierra y la Tierra estaba inmóvil, eternamente inmóvil. El hombre había sido creado a semejanza de Dios; no Dios a semejanza del hombre. En consecuencia, Dios había creado la Tierra y había creado las estrellas y le había dado el Sol; y tenía su representante. El representante de Dios era el Papa, en aquella ocasión Alejandro VI. De modo que siendo Dios el creador de todo lo existente y siendo el Papa su representante en la tierra, el Papa con plena autoridad, de conformidad con estos puntos de vista, donó, no a los pueblos, no a los reyes sino a las Coronas de Portugal y España, les donó —repitámoslo— las islas y tierras firmes descubiertas y aquellas que descubrieran en el futuro; y precisamente por esa donación recibida por mandato del representante de Dios en nuestro mundo, los reyes de España y Portugal eran los dueños de los territorios conquistados; eran dueños del suelo que lo donaban a sus vasallos. Carlos V le regala a Hernán Cortés para premiar sus brillantes y sangrientas hazañas, le regala 23 villas con 25 mil vasallos: el marquesado de Oaxaca, todo el Valle de Toluca, el Valle de Jalapa; extensiones territoriales inmensas. Y el rey de España da a los soldados de a caballo que realizaban la conquista una caballería de tierra y a los soldados de a pie una peonía de tierra. Pero las daba como mercedes, como donaciones graciosas del monarca, que daba a sus súbditos terrenos para que se asentaran en los nuevos territorios; y tratándose del subsuelo, el subsuelo pertenecía lo mismo que el suelo a la Corona; pero el rey daba en concesión el subsuelo para la explotación de los metales, en aquella época de manera especialísima, los metales preciosos, el oro y la plata tan codiciados, el metal blanco y el metal amarillo; pero reclamaba su parte. Allí estaba el quinto del rey de todo lo que se extrajese de la entraña de la tierra, la quinta parte. Allí estaba el oficial real para reclamarla, debía ser para el monarca en reconocimiento de que el minero no era sino un concesionario y el dueño del subsuelo era la Corona española o la Corona de Portugal, según el caso.
En el año de 1787 se expidieran las Reales Ordenanzas de Minería para la Nueva España. En estas nuevas Ordenanzas de Minería para la Nueva España se incluye el petróleo al que se le llama en la ley vitúmenes o jugos de la tierra. Y el petróleo está sujeto a análoga legislación a los metales preciosos; de modo que importa mucho esta observación. Durante la época colonial y décadas posteriores que vamos a señalar luego, se dividía la propiedad del suelo de la parte subterránea. El rey podía dar una merced de terreno a un vasallo; pero lo que estaba debajo de esa superficie no era del vasallo; lo que estaba debajo era del rey, era la propiedad subterránea para lo cual exigía —como antes se anotara— la quinta parte del producto bruto obtenido. Y las Reales Ordenanzas de Minería afirman el criterio jurídico de la división de la propiedad del suelo de la propiedad del subsuelo. Hay ejemplos de actos gubernamentales tanto de Maximiliano como del presidente Juárez en la década de 1860, en que apoyaban esos actos gubernamentales, esas resoluciones en el concepto jurídico de la división de la propiedad del suelo de la del subsuelo. Y esto no era una novedad histórica, esto existía desde tiempos lejanos.
No es en realidad sino hasta el artículo 552 del Código Civil francés, expedido no sé si en 1802 o en 1803, pero dentro del primer lustro del siglo XIX, el famoso Código napoleónico; no es sino entonces cuando se asimila en forma clara y precisa la propiedad del suelo a la del subsuelo. Ya empieza a predominar el criterio liberal, y a partir del Código Civil francés que es copiado por numerosas legislaciones de países de América, con excepción de los Estados Unidos, ya empiezan a elaborarse principios jurídicos asimilando la propiedad del suelo a la del subsuelo. Ya el doctor Mora en la década de 1830 expresaba su inconformidad, porque Mora era un liberal de pura cepa; el doctor José María Luís Mora ya no estaba conforme con que se dividiera la propiedad del suelo de la del subsuelo. Decía que debía imitarse a Inglaterra donde el propietario del suelo era dueño desde el cielo hasta el infierno. Bueno, por fin las ideas liberales se impusieron en forma tal, que a la postre se expidió en México el Código de Minería. El Código de Minería a que me refiero se expidió en 1884. Y en este Código se asimiló por vez primera en la historia de México la propiedad del suelo a la del subsuelo. De manera que de conformidad con el Código de Minería, el dueño del suelo era también dueño del subsuelo. Y en el año de 1901 se expidió la primera ley del petróleo, que colocó a los particulares en una situación privilegiada.
Voy a esbozar rápidamente los principios de la primera ley del petróleo del año antes citado.
1o.) El propietario del suelo, lo es también del subsuelo.
2o.) Pueden hacerse exploraciones y no sólo exploraciones sino explotaciones en terrenos nacionales.
Vamos a ver.
3o.) El propietario del suelo es dueño del subsuelo y él puede si le da la gana de conformidad con el criterio de la Ley de 1901, él puede perforar el suelo y obtener del suelo petróleo y no necesita sino sujetarse a requisitos insignificantes como dueño del suelo y dueño del subsuelo.
Ahora bien, la nación tiene terrenos. Entonces, puede explotarse el petróleo en terrenos nacionales mediante condiciones tales como éstas:
El que perforara en un terreno nacional se consideraría como socio del Estado. De las utilidades que obtuviera el 7% sería para el gobierno federal y el 3% para los gobiernos de los Estados.
El 4o. requisito que quiero mencionar, es que podían hacerse expropiaciones de terrenos petroleros. Si por ejemplo una persona era dueña de un terreno donde existía la seguridad de que había petróleo y no quería explotarlo, podía haber un denunciante que exigiera que ese terreno fuera expropiado porque allí había petróleo. Y en último lugar, se concedían franquicias especiales para todos aquellos que explotaran terrenos petrolíferos.
Ésta era la situación jurídica de México en la primera y parte de la segunda década del presente siglo. De manera que cuando viene la Revolución, existe una legislación que da al propietario del suelo la propiedad del subsuelo, legislación que había roto hacía pocos años con la legislación tradicional española que separaba el derecho de propiedad del suelo de la propiedad subterránea.

lunes, 25 de febrero de 2008

La provocación


El día de ayer (24 de febrero) nos manifestamos en contra de la privatización (y los eufemismos con que la clase política en el ejecutivo y buena parte de los otros poderes públicos y privados; económicos y religiosos) del petróleo. Al mismo tiempo fuimos testigos de dos actos que abonan al árbol privatizador o, dicho de otra forma, le hacen el caldo gordo a EXXON, SHELL, REPSOL y demás etcéteras. Nos referimos a las agresiones que sufrió el senador Carlos Navarrete y los abucheos que recibió Javier González Garza.
¿Es acaso este un espacio para defender a dichos legisladores?, no.
¿Acaso estamos de acuerdo con sus posturas sobre lo que es la acción política y lo que piensan debe ser la izquierda moderna equiparádola a nada mas barnizadas luchas y reivindicaciones de izquierdas de países de primer mundo (como si no existieran países "desarrollados" como Francia en donde los paros obreros y campesinos -si dejar de recordar el gran 68- paralizan la nación)?
La lucha en defensa del petróleo va mas allá del agravio político que sufrió la nación con el fraude en las elecciones del 2006. Es por eso que, independientemente de las hipótesis que tengamos sobre la probidad moral (o no) de éstos legisladores, no debemos de caer en provocaciones. En la defensa del petróleo como patrimonio público, como propiedad de los mexicanos, no debe de haber margen para errores (o provocaciones) como éstos en los que unos cuántos gritos y sombrerazos engordan los argumentos vanales que desvían el tema de fondo: Intereses poderosos que no se tientan el corazón para mandar e imponer gobernantes, quieren quedarse con la tajada (e incluso con todo el pastel) de la mayor riqueza y casi nuestra última oportunidad de ser viables tecnológica, energética, financiera y económicamente como país.
Estén pendientes de las próximas colaboraciones porque abordaremos ahora sí temas específicos sobre el petróleo en particular y sobre la industria energética en general. Esto es para que podamos dar el debate que se avecina y para que al mismo tiempo estemos mas convencidos del por qué de ésta lucha que no es dogmática y pueril. En este sentido, actos de provocación como los de ayer hacen que se regodeen aquellos "columnistas y pensadores" de lo políticamente correcto, que ahora tendrán tema para llenar sus columnas de adjetivos como "fanáticos", "maniqueos", "violentos", etc. para referirse en general a la causa que defendemos y englobar en una misma categoría de primitivismo político a las razones profundas, científicas y técnicas que egrimimos y que ellos al mismo tiempo callan o no dejan expresarse en los medios en donde escriben e incluso dirigen editorialmente.
Esta lucha por el petróleo requiere en estos momentos de la mayor concentración. Requiere que mostremos inteligencia.
Recordemos que ser radical es una virtud, pero ser visceral es un vicio.

jueves, 14 de febrero de 2008

A manera de introducción

El país está siendo inundado de opiniones, muy difundidas a través de la mayoría los grandes medios de comunicación masiva, de que a México le urge una "reforma energética", sin embargo todas esas opiniones tienen un común denominador: nadie explica qué significa este concepto ni como una reforma del sector nos beneficiaría. Tampoco explican de manera clara cuáles son las fallas del sector y todas estas "opiniones" carecen en absoluto de cifras o hechos que apoyen sus argumentos.
Así mismo se nos da a conocer una serie de mentiras orientadas a alarmar a la población para tender la plataforma para poder llevar a cabo las reformas para entregar el sector a los intereses extranjeros, principalmente los estadounidenses.
En el Comité el Petróleo es de México queremos desmentir cada uno de estos falsos argumentos con los que somos bombardeados todos los días.
No somos un grupo panfletario que se mueve con consignas, dogmas, o que actúa con demagogia. Al contrario, cada integrante del comité dentro de su especialidad, experiencia y conciencia, está consiente del peligro que representa para la viabilidad de México como nación, la entrega de la industria energética en general y la petrolera en particular a manos privadas (especialmente extranjeras). Es por eso mismo que cada uno de nosotros aportará datos, elementos de análisis, experiencias históricas y reflexiones que desmientan cada una de las falacias que se dicen sobre PEMEX, al mismo tiempo que proporcionaremos los argumentos para que la gente que comparte nuestra preocupación pueda dar el debate en la calle, la escuela, el trabajo o en cualquier otro foro en que se encuentre.
Esperamos que este blog sirva para enriquecer los argumentos de nuestra lucha y que al mismo tiempo sea un espacio de conversación y documentación acerca de los problemas de la industria energética de México.